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Cómo equipar un laboratorio.

Desde investigar una enfermedad, probar un medicamento hasta determinar la calidad de los alimentos, los laboratorios son esenciales para la ciencia. La ciencia tiene dos pies: la formulación teórica y la comprobación práctica. Esta última se realiza en un ambiente controlado, el laboratorio. Por eso todos sus componentes deben reunir unas características específicas.

Se podría decir que todo elemento que forma parte de un laboratorio (instrumental, maquinaria, mobiliario, ropa de los investigadores, etc.) debe reunir tres requisitos. La esterilización (debe desinfectarse y ser susceptible de no retener ningún microorganismo que altere las investigaciones), resistencia a los procesos químicos (esto incluye desde la oxidación hasta la reacción que provocan determinados agentes) y la precisión.

Los laboratorios son espacios asépticos. Libres de injerencias que puedan contaminar las muestras que se están estudiando. La limpieza e higiene adquieren un valor determinante. Los materiales que se utilizan deben permitir la limpieza en profundidad, por eso se emplea el cristal, la cerámica y el acero inoxidable.

La función social e industrial de los laboratorios no para de constatarse a diario. Han conseguido erradicar y detectar agentes patógenos para el ser humano y su entorno; y cuando estos han actuado, han sido decisivos para encontrar una solución con los que neutralizarlos.

Partes del laboratorio.

El laboratorio son las instalaciones en las que se aplica el método científico. Según la revista Médico Plus estás son las partes que ha de contener:

  • Sistema de ventilación. La ventilación es fundamental, sobre todo si se trabaja con sustancias químicas volátiles. El aire se ha de renovar constantemente para eliminar agentes contaminantes.
  • Autoclave. Son equipos de presión metálicos con cierre hermético. En ellos se esterilizan materiales e instrumental. En algunos laboratorios industriales realizan en ellos reacciones químicas.
  • Calefactores. Elevan la temperatura de un recipiente para acelerar una reacción. Son hornillos, calefactores, mecheros, etc.
  • Refrigeradores. Conservan las muestras y cultivos. Activan ciertas reacciones por frio. Son cámaras frigoríficas, baños fríos, etc.
  • Sistema acondicionador. Regulan la humedad y la temperatura. Tanto para crear un ambiente agradable de trabajo, como para generar las condiciones físicas propicias para los análisis y las reacciones químicas que se dan en el laboratorio.
  • Sistemas de extracción localizados. Evitan que un contaminante químico o biológico se disperse por las instalaciones, estabilizándolo donde interesa que esté. Captan el contaminante en su foco y lo retiran de la circulación del aire. Son los extractores, campanas, cabinas de seguridad, vitrinas de gases, etc.
  • Iluminación. El trabajo en el laboratorio requiere un alto nivel de iluminación, pero que no deslumbre. Este se consigue mediante el uso de fluorescentes. Determinadas reacciones químicas, requieren una luz menor, facilitada por led, para no interferir en el proceso.
  • Instalación de agua. El diseño del sistema de agua del laboratorio requiere una atención especial. Ha de separar el agua destinada al trabajo de la de consumo humano. El agua potable que se emplea en el laboratorio debe estar exenta de reflujo. El agua sucia debe seguir un proceso de depuración antes de caer por el desagüe, evitando el vertido de sustancias nocivas por el alcantarillado.
  • Almacenamiento. Cada producto se guarda siguiendo unas condiciones de temperatura, humedad y luz específicas, separando unos de otros de una forma ordenada. En un laboratorio pueden llegar a reunirse sustancias inflamables, agentes patógenos, muestras de microorganismos y reactivos químicos. Hay que asegurar que en el almacenamiento no entran en contacto. Por motivos de seguridad y para realizar un trabajo correcto.
  • Gestión de residuos. Todos los laboratorios generan residuos. Estos deben eliminarse según su peligrosidad intrínseca. Se puede realizar en la misma planta o en otras instalaciones. Dependiendo de la actividad que se desarrolle, a veces es necesario disponer de un plan específico para la gestión de residuos.
  • Equipos de protección individual. Los famosos EPI son la indumentaria e instrumentos de protección que emplean los trabajadores del laboratorio. Tienen un doble aspecto. Por un lado, protegen al personal de los riesgos derivados de su actividad; y por otro, evitan la contaminación de las muestras y la interferencia externa en los procesos químicos. Necesitan un tratamiento especial de limpieza y desinfección, de la que se encarga el laboratorio contratando servicios especializados.
  • Lava ojos. Son lavabos especiales presentes en todos los laboratorios. Se utilizan en caso de emergencia, disparando un chorro de agua a los ojos del trabajador, evitando así la acción de sustancias químicas que hayan podido llegar a ellos.
  • Equipos centrífugos. Son máquinas de rotación que por medio de la fuerza centrífuga propician la sedimentación de los componentes de un compuesto en función de su densidad. Facilitan los análisis de las muestras.
  • Instrumental de vidrio. Son probetas, tubos de ensayo, portaobjetos, matrices, etc. Son esenciales para la medición y control de las muestras. Se fabrican en vidrio porque permiten ver lo que sucede en su interior y se pueden desinfectar eliminando restos.
  • Microscopios. No son esenciales en todos los laboratorios, pero son la piedra angular en laboratorios clínicos y de biología. Los más utilizados tienen entre 1000 y 1500 aumentos.
  • Sistemas informáticos. Los ordenadores y sistemas informáticos son claves en los laboratorios actuales. No solo recopilan y trabajan los datos derivados de las investigaciones, sino que ponen en marcha otra maquinaria, y facilitan la recogida y análisis de pruebas.
  • Pipetas. Son utensilios que recogen volúmenes precisos de sustancias para depositarlos en el instrumental de vidrio, para después trabajar con ellos.
  • Termómetros. Miden la temperatura de una muestra. Son claves para controlar reacciones termo dependientes; es decir, que solo se dan a una temperatura concreta. Con ellos se comprueba que los productos se almacenan a la temperatura adecuada.
  • Mechero Bunsen. Es un mechero que emite una llama vertical continua. En ocasiones es necesaria una llama para propiciar una reacción química en una mesa de trabajo o para crear unas condiciones de esterilidad constante en los equipos con los que se está trabajando.
  • Placas Petri. Son placas circulares transparentes, con una tapa, en las que se colocan muestras de tejido, células o materia orgánica para generar un cultivo bacteriano, y después analizarlo. Son utilizadas, sobre todo, en laboratorios clínicos y biológicos.
  • Báscula de precisión. La precisión es fundamental en el trabajo de laboratorio. Estas básculas, que normalmente son digitales, miden el peso de las muestras tomadas, de los elementos empleados y ayudan a analizar el resultado de las reacciones provocadas.
  • Agitador. Agitan o mezclan la muestra con la que se está trabajando, guardada por lo general en un recipiente. Pueden ser mecánicos, funcionan por vibración o rotación, o electromagnéticos, actúan por electroimanes.
  • Gradilla. Es una rejilla de plástico en la que depositan los tubos de ensayo. Bien para almacenarlos o simplemente para depositarlos sobre ella y tener las manos libres.
  • Muebles. Aunque lo hemos colocado al final, el mobiliario del laboratorio tiene una importancia clave. Ha de reunir dos de los requisitos que señalamos al principio: se debe esterilizar y debe ser resistente a las reacciones químicas.

El mobiliario de laboratorio.

El material utilizado para fabricar los muebles de un laboratorio es el acero inoxidable. Por su propia naturaleza, no absorbe ningún microorganismo, todos se depositan sobre su superficie. Se puede limpiar con cualquier producto desinfectante como el alcohol, y es resistente a la acción del agua y a gran parte de las reacciones químicas. Pero además, como nos comenta Danvimet, fabricantes de muebles para laboratorios y mesas de acero inoxidable para hostelería, ofrecen robustez y durabilidad. Algo que es idóneo para el trabajo en estas instalaciones.

Los muebles básicos en un laboratorio son las mesas de trabajo y los lavabos. Las mesas, porque en ellas se manipulan las muestras y se realiza el trabajo. Sobre ellas se coloca la maquinaria y parte del instrumental. Los lavabos son necesarios para que los trabajadores se laven las manos, para limpieza de los materiales usados, y para proveer de agua al laboratorio en la realización de las pruebas.

También son importantes los carros porta muestras, las repisas y los armarios para el almacenaje. A menudo algunas máquinas están protegidas por cajones o dependencias blindadas de acero inoxidable, lo que facilita su limpieza y evita que se contaminen con sustancias químicas.

Con el acero inoxidable se fabrican muebles e instalaciones a medida, aprovechando al máximo el espacio y cubriendo las necesidades específicas del laboratorio, pudiéndose fabricar muebles híbridos por encargo, como mesas con lavabo o cámaras con estanterías por encima.

El acero inoxidable tiene unas propiedades sorprendentes: resiste tanto a las altas temperaturas como a las ultra-bajas, soporta la corrosión química y la electromagnética, y es inmune a la radiación y a la conexión integrada, lo cual frena la reproducción y propagación de las bacterias. El acero no necesita un mantenimiento especial. No importa cuánto se use, sigue manteniendo sus propiedades.

Los laboratorios son centros de trabajo para los equipos científicos. En ellos se realizan las labores de investigación y análisis. La calidad de sus instalaciones es clave para que su labor de unos resultados correctos y adecuados. Calidad que ha de cuidarse en todos sus elementos, desde mobiliario hasta los EPI del personal.

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